martes, 9 de junio de 2009

La hora de la verdad - Gustavo Toledo


La hora de la verdad
De Gustavo Toledo

Hace algún tiempo, en un artículo publicado en El Observador, el director de Factum, Óscar Botinelli, señaló que “no existe en los niveles dirigentes una percepción clara de cuál es la magnitud y cuál es la posición del Partido Colorado en la arquitectura política del Uruguay. Se lo sigue viendo como uno de los tres actores de un sistema tripartidista. Lo cual no era del todo errado hasta comienzos del año pasado, cuando el Partido Nacional se ubicaba en el 21%, el coloradismo en el 10% y había una masa de 12 al 15% absolutamente definida a favor de un espacio tradicional pero indeciso entre uno y otro de los lemas… Pero por muchas razones, a mediados de ese mismo año el Partido Nacional absorbió esa masa tradicional pero indefinida y recompuso el bipartidismo que exhibieron las elecciones de 2004. Este hecho, que el bipartidismo ha cristalizado, no ha penetrado en el inconsciente de los dirigentes colorados, que hablan y operan en otra realidad”….

Duele admitirlo, pero esa es la verdad de la milanesa. Mientras algunos correligionarios intentan tapar el sol con una espumadera, negando “la real realidad”, el tiempo pasa y la mazorca bolche-tupamara avanza. Seguimos actuando por inercia, y, para colmo, errando el camino.

La elección está a la vuelta de la esquina, por si alguien aún no se dio cuenta. Blancos y frenteamplistas vienen capitalizando la atención pública, y sólo con ingenio, unidad y estrategia podremos sortear la situación. Si no actuamos coordinadamente, potenciando nuestras menguadas fuerzas, les aseguro que la quedamos. No es cuestión de juntar el agua con el aceite, claro está, pero la historia enseña que uno de los factores que explican la larga permanencia de nuestro partido en el poder fue su sentido de unidad. Mientras los blancos dos por tres se iban a las cuchillas, se dividían en bandos y hasta en partidos antagónicos, y veían al enemigo dentro de su misma divisa, los colorados nos mantuvimos unidos, ganando elecciones y sentando las bases de una cultura de gobierno que, hoy por hoy, deberíamos rescatar como uno de nuestros principales capitales.

Es preciso que reaccionemos cuanto antes. De nosotros depende que haya balotaje y que termine el régimen cívico-sindical que supimos conseguir. Pero para ello debemos aceptar, como sugiere Botinelli, que nuestras posibilidades están seriamente acotadas. Para él, debemos ideologizarnos. En lo personal, estoy completamente de acuerdo. Debemos volver a SER y a HACER BATLLISMO. Debemos a apuntar a ese vasto sector de la población que se encuentra huérfano de representantes y que no encuentra otra salida que Carrasco. Debemos volver a ser los abanderados de la clase media, los defensores de la movilidad social ascendente y los garantes del progreso en base al trabajo y el esfuerzo individual. Debemos representar a las víctimas del IRPF y a los ciudadanos que quieren vivir seguros y en paz, pero sobre todo debemos ser una ventana hacia la modernidad y el progreso. Sólo retomando nuestra impronta liberal-reformista podremos diferenciarnos de las propuestas populistas que se ofrecen a izquierda y a derecha del espectro político.

Nuestra meta no puede ni debe ser la medalla de oro, ni la de plata (que ya están adjudicadas) sino mejorar nuestra pobrísima performance de 2004. Debemos lograr una bancada numerosa, formada por gente honesta y capaz que transmita una visión seria y responsable de los asuntos públicos e impulse las reformas que nuestra sociedad requiere imperiosamente. Es hora de reconstruir el partido y de trabajar con vistas a las próximas elecciones, sentando las bases de un Partido Colorado renovado de abajo hacia arriba. El trabajo es mucho y dificil, lo sé, pero si no empezamos ahora por reconocer nuestras enormes dificultades, condenaremos a nuestro querido partido a la misma condición de la Unión Cívica, un espectro político sin peso ni gravitación alguna.

Parafraseando a JFK, estos no son tiempos para preguntarle al partido qué puede hacer por nosotros, sino de preguntarnos qué podemos hacer por el país y el partido.

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